"El tiempo se burla de nosotros, cuando estamos lejos, todo se vuelve tan lento y cuando estamos juntos las horas pasan volando..."
Existen diferentes artículos, técnicas y tips para ayudar a gestionar el tiempo, a la organización de este, a distinguir y priorizar aquello que es importante y aquello que no, pero creo que también es necesario aprender y empezar a “perder el tiempo” ¿No creéis?
Vivimos en un mundo tecnológico que gira muy deprisa y eso es indiscutible. Debido a ello, nos hemos acostumbrado en un espacio histórico muy corto a la nueva era dónde todo se consigue en un nuevo adverbio temporal llamado “ya”. Hoy en día la espera desespera, el esfuerzo debe ser el mínimo y el fin o resultado el máximo, en el menor tiempo posible.
Esta tecnología y este siglo XXI nos ha llevado a la era “ipso facto”, a tener a nuestro alcance a casi todo aquello que queremos al momento, a no tener que esperar, a poder sentir que todo está en nuestra manos y apenas haciendo un –click- podemos saber qué pasa al otro lado del mundo, cuáles son las últimas tendencias, a comunicarnos con cualquier persona por miles de km que esté de nosotros pero, realmente, ¿nos ha ayudado todo esto a sentirnos más cerca del mundo? Ahora que tenemos todo a nuestro alcance ¿Gestionamos mejor el tiempo?
Nos llenan de mensajes como : "No pierdas el tiempo" "Gestiónate mejor el día" "Haz más en menos" "Sé productivo/a" "Aprovecha las horas y el momento.."
Creo que hemos llegado a un punto en el que estamos en una sociedad llena de tengo-que-hacer, dónde tenemos que priorizar, ordenar y distribuirnos las horas del día para aprovechar cada segundo al máximo y parece que si no lo hacemos, dejamos de ser productivos, no nos permitimos aburrirnos y dejar llevar nuestra imaginación, parece que esté prohibido no hacer absolutamente nada y considero que esta filosofía de vida puede llevarnos a crear un malestar y un estrés innecesario.
Para ello, voy a mostraros uno de los principales referentes sobre la gestión del tiempo de autores como Stephen Covey o Eisenhower en el que veo reflejado cómo la sociedad y el entorno nos dice que debemos "aprovechar" y gestionar el tiempo y se divide de la siguiente manera;
Se trata de un cuadrante que nos ayuda a priorizar principalmente y a saber qué debemos hacer para poder organizarnos mejor el día, gestionarnos aquellos asuntos importantes y así poder hacer más en menos.
Se trata de un método muy efectivo, el cual yo he usado varias veces, sobre todo en el ámbito laboral pero, ¿y si en vez de clasificar todo aquello que “debemos hacer” durante el día y/o semana, paramos por un momento, detenemos la velocidad a la que va todo y empezamos a “perder el tiempo”?
Te invito a simplemente a darle al botón interno de –stop– y darte la oportunidad de escucharte, de reposar la mente, de valorar realmente aquello que quieres hacer y no aquello que debes hacer. Os invito a que tengas un espacio en el que simplemente pierdas el tiempo escuchando tu voz interior, atendiendo a aquellas emociones que llevas tiempo encerrándolas, a caminar despacio, a perderte, a preguntarte ¿Estoy como quiero estar? ¿Estoy donde quiero estar?
Crea un espacio en el que poder estar única y exclusivamente contigo y sólo acompáñate del aquí y ahora, en el que hagas menos en más. Así que, siempre que puedas, pierde el tiempo.