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La Venus de Coranti
Entradas del foro
Irene GutiƩrrez Coranti
02 ago 2021
In VĆdeos
TĆŗ ya eres una persona totalmente completa. ĀæEn quĆ© te ha hecho pensar este vĆdeo? ĀæCuĆ”l es tu reflexiĆ³n?
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Irene GutiƩrrez Coranti
02 ago 2021
In VĆdeos
ĀæQuĆ© pensĆ”is sobre este vĆdeo? ĀæAlguna vez has estado en una situaciĆ³n similar?
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Irene GutiƩrrez Coranti
18 feb 2021
In Rompiendo Mitos
Si es sexo, es coito, si no hay coito no hay placer. Cualquier otra cosa no cuenta, no es sexo. ĀæQuĆ© piensas sobre esta frase? ĀæQuĆ© es para ti una relaciĆ³n sexual? ĀæImplica penetraciĆ³n? ĀæQuĆ© pasa cuando no hay penetraciĆ³n? ĀæNo se trata de sexo?
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Irene GutiƩrrez Coranti
18 feb 2021
In Relatos ErĆ³ticos
El aroma de su coloniaā¦ Ese detalle es el que me puso alerta. Un perfume, ese toque que ellos olvidan pero que yo percibĆ. SabĆa que alguien llevaba uno igual y no me di cuenta hasta el dĆa en que invitamos a nuestros vecinos a cenar. Cuando ella se acercĆ³ a mĆ e intuĆ el por quĆØ de los cambios que habĆa notado en mi marido Ćŗltimamenteā¦ esos pequeƱos detalles que van perfilando a una persona nueva, esas sutiles que suceden dĆa tras dĆa y que acaban provocando un cambio radical. Entonces empecĆ© mi persecuciĆ³n, observĆ”ndoles en cada detalle de la cena, esas sonrisas tan ajenas, tan aparentemente inocentes, pero que tenĆan de trasfondo algo mĆ”s; las miradas que se cruzaban, esos detalles de los que ellos no se daban cuenta y yo percibĆa. La noche no era mĆ”s que una cena entre amigos, aparentemente, pero a medida que transcurrĆa se convertirĆa en una duda permanente para mĆ. Aquella mujer tan hermosa, con un cuerpo impecable, con esos pechos que yo imaginaba tan perfectosā¦ y su sonrisa cuando me hablaba, esa mirada tierna y seductora; ella era la mujer que tal vez todos y todas hemos soƱado algĆŗn dĆa y ahora resultaba que era Ć©l quien estaba con ella. No acertaba muy bien a comprenderme a mĆ misma, estaba enfadada, me sentĆa dolida y engaƱada, al mismo tiempo que sentĆa celos de mi propio marido. No se la merecĆa. A partir de aquel dĆa empecĆ© vigilarles, tenĆa que hallar el medio de encontrarlos juntos. SabĆa que algĆŗn dĆa los descubrirĆa, aunque hasta ahora sĆ³lo eran dudas, temores, intuiciĆ³n de mujer. TenĆa que saberlo de cierto. Aquel perfume me trastornaba cada vez que la encontraba o salĆamos juntas a algĆŗn lugar. Siempre era el mismo y a veces Ć©l tenĆa el mismo aroma. La misma fragancia en su ropa cuando volvĆa del trabajo. El cambio tambiĆ©n era evidente en su forma de comportase conmigo, cada vez lo sentĆa mĆ”s lejos de mĆ y no encontraba la forma de retenerlo. Una vez era por un detalle insignificante, uno de esos toques que observamos desde afuera y de los que ellos no se dan ni cuenta. La falta de deseo tambiĆ©n era evidente, demostrĆ”ndome en la cama una actitud cambiante dĆa a dĆa y eso se percibe, aunque trates de disimular, fingir. Y yo estaba cada dĆa mĆ”s receptiva a esos cambios en Ć©l. Tal vez si no sospechase nada, hubiera pensado que podĆa ser normal, unos malos momentos en nuestra vida, esos que todos pasamos en alguna Ć©poca, un tiempo de hastĆo en la relaciĆ³n en el cual me incluyo yo misma. Pero ahora necesitaba saber si era sĆ³lo por mĆ o por lo que yo sospechaba. Era una situaciĆ³n que necesitaba aclarar y tener las respuestas a todo ese malestar. AsĆ que encubrĆ mis sentimientos en la relaciĆ³n con mis vecinos un dĆa tras otro para encontrar el medio de descubrir lo que yo intuĆa. ComĆamos o cenĆ”bamos juntos algunas veces, tenĆamos una relaciĆ³n mĆ”s que de amistad de vecinos, habĆa mucha confianza entre los cuatro, su marido era muy reservado, muy guapo la verdad, de esas personas que ves y realmente te quedas con Ć©l, pero despuĆ©s, al conversar juntos, no sabes muy bien hacia donde va, su seriedad me desconcertaba a veces y resultaba muy difĆcil llegar a Ć©l. Con el mĆo se llevaba muy bien y aunque Ć©ste no tenĆa una personalidad tan seria conseguĆa, quizĆ”s por ser tan opuesto, sacarlo de sus casillas en muchas cosas y tal vez eso era lo que les unĆa en tales ocasiones, sacĆ”ndolo de aquel mundo serio e impenetrable, y resultaba hasta divertido ver las reacciones que ese contraste provocaba entre ambos. Ella, al contrario, mĆ”s abierta, envidiable en cierta forma, atraĆa sĆ³lo con verla y al tratarla aĆŗn era mĆ”s especial. PodĆas quedarte quieta mirĆ”ndola mientras hablaba de cualquier tema. Era pura sensualidad, parecĆa tener un imĆ”n en su cuerpo, te miraba y sus labios parecĆan que iban a devorarte en cualquier momento mientras hablaba. Su cuerpo era extremadamente erĆ³tico por definirlo de alguna manera, Ć”gil en sus maneras y cuando caminaba o se te acercaba parecĆa que no iba a parar y se entregarĆa a ti. La envidaba, tengo que reconocerlo, no por que imaginara que estuviera con ella, sino porque tal vez yo quisiera ser ella o poder sentir esa personalidad mĆa o aunque parezca extraƱo, poder ser yo mi marido. Llevar yo aquel aroma conmigo, traspasar la frontera que me une a ella, una duda en mi mente, un deseo tal vez, ligado a mis fantasĆas y que posiblemente jamĆ”s ocurra pero que perdura en mi cabeza en muchos instantes. Secretos inconfesables a veces que me seducen a mĆ misma imaginando aquello que no tengo a mi alcance y que tan cerca estĆ” de mĆ. Recuerdo un dĆa que ella iba a comprarse ropa, la acompaƱƩ a varias tiendas para probar, me resultaba casi increĆble verla allĆ, cambiĆ”ndose delante de mĆ y cada vestido que se probaba, cada seda en su piel, cada color en su cuerpo la realzaba aun mĆ”s. Sus movimientos atrevidos mostrĆ”ndose, como una pasarela de modas en especial para mĆ. No podĆa sacarme de la cabeza aquellas sensaciones al verla asĆ, querĆa abrazarla,sentirla mĆa y me sentĆa suya aconsejĆ”ndole en cada momento. Cuando se desnudaba, lo hacĆa con una gracia perversa, mostrĆ”ndome sin pudor su sensual cuerpo, sus curvas perfectas, sabiendo tal vez que un frenĆ©tico deseo se apoderaba de mĆ, ella lo sabĆa. Los dĆas pasaban sin mĆ”s. LlenĆ”ndose mi casa de aquel aroma tan excitante y mi mente deambulando entre dos mundos unidos por un hilo que en cualquier momento podrĆa romperse. Ella y Ć©l. Dudas de mi pasiĆ³n a mis fantasĆas y dudas de la perdida de pasiĆ³n hacia mĆ. Tuve una llamada de urgencia aquĆ©lla maƱana y tendrĆa que marcharme de casa y regresar posiblemente muy tarde. Mi marido se quedĆ³ en casa y me empujaba a salir diciendo que no tuviera ninguna prisa. Casi me estaba dando pistas con sus buenos consejos, aunque lo que Ć©l no sabĆa era que yo habĆa planeado aquella llamada. AsĆ que me fui y me despedĆ de Ć©l con la frialdad que nos caracterizaba Ćŗltimamente. Me fui con la extraƱa sensaciĆ³n de que me engaƱaba mĆ”s mi vecina que mi propio marido. Una mezcla de sensaciones, de celos, de odio y de deseos, todo junto. Estuve paseando durante buena parte de la maƱana. TenĆa que dejar pasar un tiempo antes de volver y saber mi verdad. Saber que mi intuiciĆ³n no era sĆ³lo el fruto de misimaginaciones paranoicas. Me llenĆ© de dudas en ese tiempo y la excitaciĆ³n recorrĆa mi cuerpo pensando que esta situaciĆ³n debiera provocarme mĆ”s bien la ira que el extraƱo placer que me envolvĆa al darle vueltas a todo esto. SubĆ por aquella escalera como si me fuera la vida en ello, mi corazĆ³n latĆa con tanta fuerza que me daba la impresiĆ³n que podĆa oĆrme. Me acerquĆ© a la puerta y por si acaso no sucedĆa nada de lo que imaginaba, por si todo eran divagaciones mĆas, pensaba entrar muy naturalā¦ AbrĆ la puerta como si supiera que habrĆa un mundo fuera y otro esperando dentro. Sabiendo que parte de mi vida podrĆa cambiar en aquellos Ćŗltimos segundos. Lo primero que oĆ fue la mĆŗsica, una melodĆa que no estaba destinada para mĆ, posiblemente. CaminĆ© por el pasillo de la casa siguiendo la composiciĆ³n musical que, a medida que me acercaba a nuestra habitaciĆ³n, mezclaba sus acordes con unos fuertes gemidos. La puerta estaba cerrada y me quedĆ© paralizada entre el extraƱo momento de saber que mi intuiciĆ³n no habĆa fallado y ese momento de no saber muy bien si salir corriendo o entrar y gritar de rabia e impotencia. Pero me quedĆ© allĆ, escuchando de fondo los gritos de mi marido que iban en aumento y eso me produjo una sensaciĆ³n confusa. Nunca lo habĆa oĆdo asĆ, estaba como aterrada pensando que le podĆa hacer ella para hacerlo gritar de esa forma, y en esos malditos segundos, quise ser Ć©l. SĆ, Ć©l. QuerĆa que ella fuese mĆa, que esa satisfacciĆ³n que sentĆa Ć©l, me lo traspasara a mĆ. Me apoyĆ© contra la pared escuchando y aquellos momentos se convirtieron en una pesadilla de placer.. Mis manos sin saber muy bien por quĆ©, empezaron a recorrerme a mĆ misma, me guiaban por su cuerpo, por el cuerpo de ella que tanto deseaba yo, querĆa tenerla mĆa, querĆa que ella se pusiera encima de mi, me besara apasionadamente como lo hacĆa con Ć©l posiblemente, necesitaba aquellos labios sensuales paseĆ”ndose por mis erectos pezones, como los tenĆa yo ahora mismo. No podĆa creer lo que estaba haciendo allĆā¦ a dos pasos de ellos, oyendo los gritos cada vez mĆ”s intensos de mi marido, como si fueran a partirlo en dos. Su placer me pertenecĆa. Imaginaba perfectamente su cuerpo Ć”gil y flexible, retorciĆ©ndose por el mĆo con ese deseo de poseerla, de buscar en ella su pelo, su cuello para besarla, sentir sus labios dulces, susurrarle mil cosas en el oĆdo mientras sus pechos se recostaban sobre los mĆos y las piernas se nos enroscaban, haciendo de nuestros sexos uno solo. No podĆa controlarme, mis manos se envolvĆan por mi cuerpo, cada mano recorrĆa mi ser, una desgarraba con fuerza mis pechos, mientras la otra estaba sedienta de placer, separando todo aquello que encontraba, la goma de mi braga que apartĆ³ para dejar paso a mi locura, buscaba mi sexo como si fuera el de ella, mis dedos se encontraban con los labios hĆŗmedos llenos de lĆquidos rebosando de mi interior. Me empujaba a mĆ misma contra la pared en un intento de ser abrazada, de estar recostada, mientras me sentĆa poseĆda por mis imaginaciones y por los gritos procedentes del interior de la habitaciĆ³n. Por un instante dudĆ© en entrar, tenerlos para mĆ a los dos, el deseo y el odio juntos. Pero mis piernas me retenĆan allĆ presa mientras iba llenĆ”ndome de un mar de orgasmos entre mis dedos, que entraban y salĆan por mi sexo sin parar, al mismo tiempo que la mĆŗsica me guiaba en aquellos compases de locura y desenfreno total. Sudaba por mi cuerpo, empapando mi vestido de placer, mis labios sĆ³lo pronunciaban callados gemidos, llenos de un goce incontrolable, las piernas me temblaban, casi no podĆa tenerme en pie de tanta excitaciĆ³n que me estaba produciendo todo aquello. Uno tras otro sentĆa aquellos espasmos en mĆ, casi me dejĆ© caer exhausta de rodillas en el mismo suelo. Y sonĆ³ el maldito timbre de la puerta en el momento preciso que nunca debiera suceder, justo cuando yo casi habĆa perdido ya la orientaciĆ³n del lugar donde me encontraba. SonĆ³ una y otra vez. Tuve que reaccionar alocada y frĆamente y salir corriendo hacia la puerta, tratando de simular que yo llegaba en ese momento de algĆŗn otro lugar. Me sentĆa en esos instantes como si la sorprendida en realidad fuera yo y no Ć©l. AbrĆ la puerta y allĆ estaba, con su perfume, delante de mĆ, ella mirĆ”ndome mientras yo trataba de comprender quĆ© me decĆa... que repitiera aquellas palabras de nuevo... ParĆ³ la mĆŗsica y pude oĆrle de nuevo. āDile a mi marido que puede subir si acabĆ³ el trabajo, que ya estĆ” la comidaā.... MirĆ© hacia atrĆ”s.... Tiempo de sueƱos J.L Feijoo-Montenegro
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Irene GutiƩrrez Coranti
18 feb 2021
In Relatos ErĆ³ticos
Una brisa entrĆ³ por la ventana y el suave roce de las cortinas me despertĆ³ de mi sueƱo. Estaba en mi cama, desnuda y sola, tumbada boca abajo. ObservĆ© mi cuerpo reflejado en el gran espejo de la habitaciĆ³n, mi contorno desnudo sobre las sĆ”banas blancas, desperezĆ”ndome en el amanecer. Aquella brisa que habĆa invadido la habitaciĆ³n cargĆ”ndola de calor hizo que una extraƱa sensaciĆ³n se apoderara de mĆ. Alguien retiraba mi cabello suavemente mientras yo aĆŗn seguĆa postrada sobre la cama. SentĆ un beso sobre mi pelo, su aliento entre mi cabello. Aquel beso me estremeciĆ³, siguiĆ³ despacio por mi nuca y bajĆ³ por mi cuello, su lengua buscando el sabor de mi piel. Aunque no podĆa moverme, conseguĆ mirar hacia el espejo. AllĆ estaba yo, sola con mi desnudez. CerrĆ© los ojos. Aquel beso seguĆa el curso de mi cuerpo por la espalda, deteniĆ©ndose en cada poro. No tenĆa prisa, la lengua jugueteaba por ella, buscando cada instante mĆo, cada sensaciĆ³n que sabĆa que me estremecerĆa. Era como si me conociera, recorrĆa mi columna con placer, se paraba una y otra vez para mezclar sus besos con las caricias de sus labios, mojando mi piel con su lengua. SiguiĆ³ con su beso hasta llegar al ombligo de mis nalgas. Su lengua hizo un cĆrculo constante sobre Ć©l, lo que me excitĆ³ aĆŗn mĆ”s. Poco despuĆ©s retornĆ³ a su viaje con aquella lentitud desesperante, centĆmetro a centĆmetro, bajando por las laderas de las nalgas para introducirse en el interior de uno de mis muslos. Aquel beso parecĆa no tener fin. SiguiĆ³ aquel recorrido alocado dejando mis muslos deseosos de aquellos besos para proseguir por la pierna, llegando hasta mis pies. Me mirĆ© de nuevo al espejo, querĆa verlo, pero no estaba, sĆ³lo me veĆa a mĆ jugando con mis dedos en la boca, sintiendo cada segundo de aquel amanecer. Sus labios y besos jugueteaban con los dedos de uno de mis pies. La humedad de su lengua introduciĆ©ndose entre ellos, uno a uno, me descubriĆ³ nuevas sensaciones. En cada dedo sentĆa un placer diferente, cada beso me provocaba una sacudida mientras mi cuerpo se estremecĆa cada vez mĆ”s y mi sexo se empapaba de visiones. PasĆ³ a los dedos del otro pie, era increĆble y fascinante la sensaciĆ³n de empezar de nuevo. La humedad de sus besos, la frialdad de su lengua, hacĆan que mi cuerpo se agitara cada vez mĆ”s. VolviĆ³ a deleitarse en cada uno de mis dedos, la lengua se recreaba con el contorno de cada uno, introduciendo entre ellos, con pinceladas maestras, la punta de su lengua. EmpezĆ³ a remontar lentamente por mi excitado cuerpo mientras mis labios me comĆan a mĆ misma, mi lengua se paseaba por mi dedo, me observaba en el espejo y veĆa mi cara de placer, aquel goce desenfrenado sobre las sĆ”banas que me hacĆa retorcerme para entregarme a aquellos besos. SeguĆa subiendo, rozando mi piel sĆ³lo con la punta de su lengua. Se deslizĆ³ sobre el interior de mi otro muslo, mis nalgas se convulsionaron al sentirla tan prĆ³xima, se abrĆan y cerraban en un extraƱo movimiento, como si quisieran indicarle el camino de mi cuerpo. Se parĆ³ en una de mis nalgas, mordisqueĆ³ con sus labios y me endulzĆ³ con su lengua, dejando que su aliento se introdujera en medio de mis nalgas, y siguiĆ³ subiendo. Mi cuerpo se estremecĆa de placer, cada centĆmetro de su recorrido era una sensaciĆ³n nueva, mi lengua mojaba mis labios, mis dedos jugaban entre ellos, buscando el interior de mi boca aĆŗn mĆ”s sensaciones, mientras me observaba en el espejo en aquella soledad desenfrenada. LlegĆ³ a mi cabello de nuevo, aquel placer sin prisas, aquella locura en la madrugada, y le quise dar todo. Me volvĆ para darle la otra parte de mi ser. Quise mirarle, pero sus labios cerraron mis ojos. Sus besos no paraban, lo que provocaba un sinfĆn de deseos en mĆ. Sus sinuosos labios rozaron los mĆos, contuve la respiraciĆ³n mientras pasĆ³ despacio por mi garganta y se acercĆ³ a mis pechos. Aquellos rodeos sin prisas sobre su contornoā¦ fue tal la sensaciĆ³n que creĆ que me iban a estallar de tanto placer. Me mirĆ© en el espejo, parecĆan volcanes a punto de reventar, los pezones empujados a la locura, erguidos como jamĆ”s los habĆa visto al sentir aquellos labios posados sobre uno de ellos, su lengua jugando con mi areola, recorriendo con su humedad cada milĆmetro de tan dulce placer, para despuĆ©s amamantarse y saciarse de mi pezĆ³n, repitiendo en seguida lo mismo con mi otro pecho. En esta locura del amanecer, mientras mi cuerpo continuaba postrado sobre aquellas sĆ”banas empapadas de placer, el beso se desprendiĆ³ de mis pezones para seguir su recorrido, aquel por donde iba dejando las huellas de su seducciĆ³n. Ahora vagaba a mis costados y me estremecĆa la sensibilidad con la que caminaba sobre mi piel. Se aproximaba a mi parte mĆ”s codiciada, una de mis piernas se recostĆ³ sobre la sĆ”bana para dejar llegar aquel soplo de besos hĆŗmedos sobre mi sexo. No habĆa prisa, pero lo llamaba con mis movimientos, me miraba al espejo y veĆa mi cara desencajada de tanta excitaciĆ³n, apretando con tanta fuerza uno de mis puƱos que las uƱas se me clavaron en la palma de la mano. Se acercĆ³ con su maravillosa fuerza sobre mi sexo, mi pequeƱo bosque ensortijado le recibiĆ³, notĆ© cĆ³mo un pequeƱo hilo de mi humedad salĆa de mi interior bajando por mis muslos. QuerĆa embriagar aquellos besos de mi humedad, sosegar su sed por el camino recorrido. Sus besos suavemente salvajes encontraron tan preciado lĆquido. Con su lengua devolviĆ³ mi lĆquido al interior de mi sexo. AllĆ se juntaron ambos labios como dos desesperados, era un beso de locura. ApretĆ”ndome sin soltarse, introdujo en mi interior aquella lengua para saciarse aĆŗn mĆ”s de mis nĆ©ctares. Una y otra vez sus labios mordisqueaban los mĆos, su lengua entraba salvajemente en mi interior, mezclĆ”ndose ambos lĆquidos dentro, le llenĆ© del mĆo, saciĆ© toda su sed de placer en Ć©l, una y otra vez. Cada beso, cada movimiento de su lengua en mi interior, era un sorbo de placer, parecĆa no saciarse, y yo le daba mĆ”s y mĆ”s... CerrĆ© los ojos para olvidarme de todo, me girĆ© mil veces sobre la cama, comprimiendo aquellos segundos eternos y gozosos para dejar paso, mĆ”s tarde, al silencio de mis jadeos. El viento dejĆ³ de soplar, la cortina desistiĆ³ de ser el abanico de mi calor y yo dejĆ© que el sueƱo volviera a invadir aquel amanecer. Tiempo de sueƱos J.L Feijoo-Montenegro
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Irene GutiƩrrez Coranti
18 feb 2021
In Relatos ErĆ³ticos
Hasta el dĆa en que este relato cayĆ³ en mis manos nunca hubiera imaginado que pudiera excitarme tanto con la lectura erĆ³tica, ni tan siquiera me habĆa planteado nunca leer algĆŗn libro sobre el tema y por supuesto siempre considerĆ© que mĆ vida sexual la tenĆa resuelta con las tĆpicas noches de sĆ”bados y alguna que otra noche esporĆ”dica y desde luego, sin ayuda de la lectura. Pero una maƱana, rebuscando entre unos papeles de mĆ marido, encontrĆ© el relato en cuestiĆ³n. Al principio no le di mucha importancia y me lo llevĆ© para el salĆ³n para leerlo mĆ”s tarde, aunque tengo que reconocer que pasĆ© parte del dĆa pensando como serĆa un relato erĆ³tico e imaginando cosas. Llegada ya la noche y estando los dos le preguntĆ© de quĆ© iba aquel libro, me contestĆ³ que era un simple relato erĆ³tico y que se lo habĆan dejado. Creo que se ruborizĆ³ un poco con lo que mĆ curiosidad aumentĆ³ por leerlo. Ese dĆa hacĆa mucho calor y eso hizo que sĆ³lo llevara puesto un camisĆ³n de seda y unas bragas. Vestida de esta manera me tumbĆ© cĆ³modamente en el sofĆ” y empecĆ© la lectura, sin tener idea de lo que iba acontecer mĆ”s adelante. Ćl estaba sentado al fondo del salĆ³n, frente a mĆ, corrigiendo algo sobre una mesa, casi sin prestarme en aquellos momentos mucha atenciĆ³n. Al principio me pareciĆ³ algo aburrido, tengo que reconocerlo, pero a medida que me fui introduciendo en la lectura, no sĆ©, algo extraƱo fue sucediendo en mĆ. Mientras leĆa, instintivamente, puse una mano sobre mĆ sexo, encima de mis bragas. Iba acariciĆ”ndome poco a poco, casi sin darme cuenta, muy lentamente, con movimientos circulares y notando una excitaciĆ³n extraƱa en todo mi cuerpo. Nunca habĆa hecho lo de tocarme, hasta ese dĆa me parecĆa que no tenĆa mucho sentido teniendo marido. El caso que yo seguĆa leyendo el relato en una mano y con la otra seguĆa rozando mis bragas, cada vez mĆ”s insistentemente. Estaba tan absorta y caliente, que casi habĆa olvidado que mĆ marido estaba allĆ El relato era ahora de lo mĆ”s excitante, segĆŗn pasaba las hojas mĆ”s cachonda me iba poniendo. ObservĆ© a mĆ marido de reojo, Ć©l seguĆa sentado frente a mĆ haciendo su trabajo, como si yo no existiera. Por instinto doblĆ© las piernas para que no me viera, era como si me avergonzara de lo que estaba haciendo. Ahora estaba tan excitada que mis dedos casi perforaban mis bragas, empapĆ”ndolas casi sin darme cuenta. En el salĆ³n habĆa un silencio sepulcral, sĆ³lo el roce de los dedos en el algodĆ³n y un pequeƱo jadeo resonaban en el ambiente. Trataba de contener la respiraciĆ³n, no querĆa que Ć©l me viera asĆ de cachonda. Sin darme cuenta ya tenĆa la mano por el interior de mis bragas y jugaba con mĆ vello, ensortijĆ”ndolo como si fuese el pelo de otra persona a la vez que iba, poco a poco, jugando con mĆ sexo y calentĆ”ndome minuto a minuto mucho mĆ”s. SĆ³lo un ruido que Ć©l hizo en ese momento hizo que dejase de leer e instintivamente retirara el relato hacia un lado. Me habĆa visto y me sentĆ como una niƱa cogida en falta, como haciendo algo malo. Me estaba mirando, absorto; me puse muy nerviosa y por un momento creĆ que iba a decirme alguna groserĆa, pero no. Se levantĆ³ muy sigilosamente y fue a cerrar la puerta de la habitaciĆ³n de los niƱos. A la vuelta, lejos de sentarse conmigo como yo esperaba y decirme algo, se sentĆ³ de nuevo ante su mesa de trabajo observĆ”ndome. Me di cuenta entonces de que seguramente estuvo mirĆ”ndome todo el tiempo y creo que se habĆa puesto de lo mĆ”s cachondo a la vez que sorprendido. Tengo que reconocer que la situaciĆ³n era de lo mĆ”s alocada, Ć©l me habĆa visto y no dijo nada. Tal vez querĆa saber hasta donde podrĆa llegar yo. SeguĆ con el relato sabiendo ahora que Ć©l me miraba, eso hizo que el morbo aumentara mucho mĆ”s en mĆ, las manos se introducĆan directamente entre mis bragas y mĆ vagina, me estaba poniendo mĆ”s caliente y cachonda de lo que nunca habĆa estado. El relato me pedĆa que siguiera, mis dedos iban a los labios de mĆ sexo una y otra vez. EmpecĆ© a notar toda la humedad que ya tenĆa, el dedo rozaba mi clĆtoris repetidamente al mismo tiempo que leĆa el relato. Ese dedo se movĆa por mi sexo sin parar, era tan excitante que en un momento dado lo introduje un poco y en ese instante empecĆ© a sentir tanto placer que dejĆ© el relato a un lado y mirĆ© a mi marido. NotĆ© en sus ojos que estaba alucinando y al mismo tiempo muy excitado, no daba crĆ©dito a lo que estaba sucediendo, pero me dejaba seguir sin interrumpirme. Introduje mĆ”s el dedo en el interior de mi vagina y supe que iba a tener un orgasmo, era la primera vez en mi vida que lo iba a tener asĆ, entre los pocos que habĆa tenido. Tengo que reconocer que somos muy tĆpicos haciendo el amor. Si tengo la suerte de tener uno antes que Ć©l, pues muy bien, y si noā¦ ya entendĆ©is, Ć©l se corre y se acabĆ³ todo. El caso es que notĆ© que me iba a llegar un orgasmo y por primera vez masturbĆ”ndome yo misma, controlando la situaciĆ³n, la manejĆ© yo. MirĆ© hacia mĆ marido y asĆ, sentada sobre el sofĆ” y observando su expresiĆ³n de asombro, introduje una y otra vez mi dedo repetidamente hasta el fondo de mĆ sexo y lo conseguĆ. QuedĆ© un buen rato asĆ, esperando que Ć©l dijera algo. Se habĆa excitado tanto viĆ©ndome que, ante mi asombro, ahora Ć©l empezaba a tocarse tambiĆ©n. Eso me gustĆ³ de tal forma y me hizo ganar tanta confianza al mismo tiempo, que me excitĆ© de nuevo rĆ”pidamente. AĆŗn no habĆa leĆdo prĆ”cticamente la tercera parte del relato, asĆ que decidĆ seguir haciĆ©ndolo mientras Ć©l me contemplaba. Reconozco que habĆa entrado en aquel salĆ³n un clĆmax extraƱo de morbo cĆ³mplice. Ćl allĆ tocĆ”ndose sin acercarse a mĆ y yo sobre el sofĆ” excitadĆsima y haciendo lo mismo. Cada uno haciendo algo que jamĆ”s pensĆ© que podrĆa ocurrirnos. VolvĆ a coger el relato y proseguĆ la lectura, era todo tan excitante que mi mano volviĆ³ a posarse sobre mi sexo hĆŗmedo mientras seguĆa leyendo, mis pezones se estaban poniendo tan duros como jamĆ”s los habĆa notado en la vida, se percibĆan a la vista bajo mĆ camisĆ³n de seda, tenĆa ganas de que Ć©l pusiera su lengua sobre ellos, que me los tocara, los besara, pero Ć©l seguĆa allĆ, tocĆ”ndose y disfrutando del momento, de esa visiĆ³n que tenĆa delante; me sentĆa como una zorra en esos momentos ante Ć©l, la verdad es que nunca creĆ que pudiera llegar a hacer aquello. Pero todo lo que leĆa en el relato me llevaba a sentirme identificada en esos momentos. Mis manos seguĆan recorriendo mĆ sexo una y otra vez mientras leĆa; hice algo que nunca (buenoā¦ese dĆa creo que hice de todo) creĆ que llegarĆa hacer. Tanto me excitĆ³ la situaciĆ³n que yo misma me introduje en el relato y mi mano fue bajando hacia mĆ culo. Era increĆble, despacio con un dedo me fui acercando al ano, mientras con la palma de la misma mano rozaba el coƱo. Hacia movimientos de arriba hacia abajo, mis nalgas se levantaban y volvĆan bajar como tratando de penetrarme yo misma, apretaba mis muslos sobre la misma mano y con un dedo tocaba ya mi ano muy despacio, jugando con Ć©l; no daba crĆ©dito a lo que estaba haciendo, pero os puedo asegurar que estaba excitadĆsima, nunca me habĆa tocado ahĆ, en esa parte y ahora estaba allĆ con mi marido enfrente masturbĆ”ndose como un loco viĆ©ndome en esa situaciĆ³n que aĆŗn no se cĆ³mo aguantaba para no venir junto a mĆ. No sabĆa si llegarĆa a meterme el dedo dentro del culo, era sensacional todo aquello, con la palma de la mano llegaba a tocarme el clĆtoris y con los dedos llegaba entre mis nalgas y al mismo tiempo sujetando el relato como podĆa con la otra mano, era increĆble. Me sentĆa poseĆda, mĆ lengua paseaba por mis labios una y otra vez al mismo tiempo que me los mordisqueaba. Entonces volviĆ³ a suceder, tuve que tirar los papeles un momento porque notĆ© que me llegaba otro orgasmo, el segundo. Era la primera vez que iba a tener mĆ”s de uno y no quise desaprovecharlo, gritĆ© con fuerza repetidamente, casi rompĆa las bragas, que no me habĆa quitado de tan caliente que estaba y con tanto movimiento entre ellas y la mano dentro se rompĆan. Fue sensacional, quedĆ© tirada de nuevo por un momento sobre el sofĆ” jadeando y mirando hacia mĆ marido que seguĆa con su polla en la mano masturbĆ”ndose como un loco; no sĆ© ni como aguantaba tanto, Ć©l. ĀæQuĆ© podĆa hacer? ĀæSeguir leyendo el relato? Ćl no me decĆa nada, con su mirada de placer lo decĆa todo; hasta su polla me parecĆa ahora mĆ”s grande de lo normal, era como un desconocido para mĆ y yo me sentĆa como si fuera alguien diferente para Ć©l, otra mujer. SeguĆa excitadĆsima aĆŗn, no comprendĆa que me estaba pasando, por fin me encontraba a mĆ misma, sabĆa de los orgasmos mĆŗltiples pero nunca creĆ que llegarĆa a pasarme a mĆ. Me quitĆ© las bragas a la desesperada, sentĆa que necesitaba mĆ”s y volvĆ a coger el relato, me estaba volviendo loca por seguir leyĆ©ndolo, la situaciĆ³n bien lo merecĆa y seguĆa tan excitada... Mi mano, de nuevo, se posĆ³ sin mĆ”s sobre mi sexo, era como un ritual mientras seguĆa con la lectura, que por cierto cada vez era mĆ”s y mĆ”s excitante y perversa. Y ahora ya, con todo el descaro del mundo, Ć©l, mĆ”s salido que nunca, se quitĆ³ la ropa y se tumbĆ³ justo frente a mĆ, desnudo completamente en otro sofĆ”. Me sentĆa tan zorra, tan libre en esos momentos, que intentĆ© emular lo que estaba leyendo, mĆ dedo pulgar se fue introduciendo en el interior de mi coƱo y mientras me iba penetrando poco a poco hacia dentro y en direcciĆ³n de mi ano, conseguĆ al mismo tiempo con otro dedo de la misma mano, que estaba todo hĆŗmedo de mi coƱo, que entrara perfectamente por el ano, haciendo una especie de tenaza con la mano. Como si fuera penetrada por dos a la vez, seguĆa tocĆ”ndome. No sĆ© ni como podĆa leer, pero el relato era lo que me estaba volviendo loca de placer, como si yo misma estuviera en Ć©l. Buscaba algo dentro de mĆ, como si supiera que allĆ, justo allĆ, donde mi dedo gordo empujaba, encontrarĆa algo; lo hacĆa una y otra vez, todo con cierta suavidad para poder seguir con la lectura y al mismo tiempo con mi placer sorprendentemente inacabable. QuerĆa descubrir ahora cada rincĆ³n de mi cuerpo, seguĆa manoseando mi coƱo y mi trasero muy despacio, acompaƱada de la lectura y sabiendo que Ć©l seguĆa observĆ”ndome y casi haciendo los mismos gestos que yo, hasta observĆ© un momento que Ć©l habĆa puesto una de sus manos sobre su ano al mismo tiempo que se masturbaba. Y volvĆ a encontrar el placer, con un dedo metido en mi ano y otro en el coƱo a la vez, casi se tocaban, sentĆa su roce entre ellos, el uno con el otro, volviĆ³ la locura, fue tan rĆ”pido que casi rompo las hojas del apretĆ³n que le di. Me estaba llegando otro orgasmo bestial, gritĆ© y empujĆ© con fuerza mis dedos uno sobre el otro, para que casi se juntaran dentro de mĆ, el del ano buscaba al de mi coƱo y allĆ los dos juntos me dieron el placer tan deseado en ese momento como en el relato, el de ser poseĆda por dos lados a la vez. No me lo podĆa creer, todo aquello por un relato erĆ³tico y aĆŗn no habĆa acabado. Me sentĆa completamente libre disfrutando de algo nuevo para mĆ, de mi cuerpo, mientras mi marido seguĆa allĆ, mĆ”s excitado que nunca. AĆŗn no entiendo como podĆa estar sin abalanzarse sobre mĆ. Por un momento quise ser penetrada por su polla, que se le habĆa puesto tan grandeā¦pero al mismo tiempo encontraba tan morboso y excitante todo lo que estaba pasando en aquel salĆ³n, que casi preferĆa verlo a Ć©l correrse frente a mĆ, que disfrutara de la zorra que tenĆa delante en esos momentos, viĆ©ndome por primera vez como otra mujer. Mis pechos iban a reventar, jamĆ”s creĆ que se pudieran poner asĆ, los pezones estaban duros, me daban ganas de besarlos yo misma, poder llegar a ellos con mi boca y pasar mis labios sobre ellos, era alucinante el comportamiento que estaba teniendo, no me conocĆa ni yo misma. SeguĆa excitadĆsima, era como si mi cuerpo explotara de placer interminablemente. RecogĆ el relato del suelo, de los nervios casi ni encontraba la pĆ”gina, seguĆ con la lectura mientras Ć©l no paraba de tocarse, su glande estaba al rojo vivo, sus huevos parecĆan que iban a explotar, sabĆa que no podrĆa aguantar mucho mĆ”s y eso me excitaba a mĆ tambiĆ©n, verlo ahĆ delante, descaradamente, haciendo algo que nunca le habĆa visto hacer. Ćramos como dos desconocidos llenos de placer y morbo. VolvĆ con mi mano de nuevo hacia mi coƱo, querĆa llenarlo de nuevo con mis dedos, mi clĆtoris estaba fuera completamente, lo notaba, jugaba con Ć©l y me producĆa una excitaciĆ³n fuera de lo comĆŗn, era todo placer y sexo, no habĆa palabras de cariƱo, en realidad no habĆa ninguna, sĆ³lo sexo. SeguĆa jugando al mismo tiempo con mi lengua, me mordisqueaba los labios y miraba de vez en cuando a mi marido, le volvĆa loco cada vez que lo hacĆa. No daba hecho, con el relato en la mano, leĆa como podĆa, mĆ mano se fue hacia unos de mis pechos, empecĆ© a jugar con ellos una y otra vez mientras seguĆa leyendo. VolvĆ a tocar mĆ sexo una y otra vez sucesivamente, sin parar ni un momento, mis piernas se apoyaban sobre una mesita que tenĆa enfrente, estaba completamente abierta, introduje de nuevo uno de mis dedos dentro, empujando suavemente sobre mĆ y en direcciĆ³n al ombligo, una y otra vez, jugaba con esa parte, metĆa y empujaba instintivamente hacia mi interior, no entraba mucho, como cinco centĆmetros, pero era algo raro lo que estaba encontrando y nuevo, seguĆ asĆ sin parar, cada vez mĆ”s insistentemente "Dios mĆo, que placer", sĆ³lo pude decir eso. El cuaderno me cayĆ³ de las manos, no pude ni sostenerlo, habĆa encontrado algo ahĆ y mis manos empezaron a temblar, con la otra mano fui hacia mĆ pecho y lo cogĆ como cuando daba de mamar a mis hijos, empecĆ© apretar y empujar sobre el pezĆ³n, mientras la otra mano seguĆa descubriendo el placer. MirĆ© hacia mi marido, Ć©l sabĆa que me estaba ocurriendo algo diferente pues se puso loco de excitaciĆ³n y a menearse la polla como nunca lo habĆa visto hacer al verme asĆ. ApretĆ© con fuerza mi pezĆ³n una y otra vez, mis dedos habĆan encontrado algo en mĆ interior que me estaba volviendo loca y sucediĆ³. Algo habĆa allĆ y encontrĆ© todo el placer del mundo. Mi marido empezĆ³ a correrse como un loco observĆ”ndome mientras mi mano sobre el pezĆ³n apretaba tanto que creĆ que me saldrĆa tambiĆ©n una corrida por el mismo. Al mismo tiempo dentro de mĆ surgiĆ³ tal explosiĆ³n que no sabĆa que pasaba exactamente, no sĆ© como describir aquello, gritaba y jadeaba, mis piernas se encogĆan y estiraban, mi dedo seguĆa tocĆ”ndome, no sĆ© el tiempo que durĆ³ aquello, observaba a mi marido como me miraba, como su corrida salĆa de su polla una y otra vez a golpes de su mano, mientras mi cuerpo se convulsionaba de placer. Quedamos tirados cada uno sobre su sofĆ”, yo muerta completamente de placer y Ć©l, por lo que podĆa ver igualmente, observĆ© el relato tirado en el suelo, lo recogĆ como pude y vi que aĆŗn me faltaban un par de capĆtulos... Tiempo de sueƱos L.J Feijoo-Montenegro
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Irene GutiƩrrez Coranti
30 ene 2021
In Rompiendo Mitos
Los hombres siempre quieren y estĆ”n preparados para el sexo Me encantarĆa saber quĆ© piensas sobre esta frase y compartir reflexiones. ĀæEs cierto que el hombre siempre estĆ” disponible para tener relaciones sexuales? ĀæLos hombres siempre tienen mĆ”s disposiciĆ³n que las mujeres?
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Irene GutiƩrrez Coranti
03 dic 2020
In Relatos ErĆ³ticos
Eva llegĆ³ a la puerta de su edificio cargada de bolsas. Hubiera traĆdo un carro del supermercado, como habĆa visto hacer a algunas vecinas, pero a ella le parecĆa mal, asĆ que las llevĆ³ con la mano. Se parĆ³ en la puerta del portal mientras sacaba las llaves del bolso, dejĆ³ la puerta abierta y tratĆ³ de mantenerla asĆ mientras hacĆa de nuevo el grupo de bolsas con la otra mano. SubiĆ³ los tres escalones que la separaban del ascensor; el portal no era demasiado grande, pero hacĆa su funciĆ³n. Se sobresaltĆ³ al ver junto a los buzones al chico del quinto. TenĆa unos veinte aƱos, moreno, de facciones agradables, pero no hablaba mucho. A pesar de haberse cruzado varias veces en el portal, nunca habĆan intercambiado mĆ”s que un āholaā amable y poco sentido. Ese momento no iba a ser menos. -Hola. -Hola ācontestĆ³ Ć©l con una sonrisa, para luego cerrar el buzĆ³n. El chico āque se llamaba Jorge pero ella no lo sabĆaā pasĆ³, encogiĆ©ndose detrĆ”s de ella para no rozarla, camino a las escaleras. Eva sĆ³lo sabĆa que vivĆa en el quinto. -ĀæVas a ir andando hasta el quinto? āle preguntĆ³. -Buenoā¦no sĆ©ā¦ -Va, sube al ascensor. Cabemos los dos, y yo me paro en el tercero. -Vale. Es que como estabas con las bolsasā¦ -No te preocupes, nos haremos sitio, ademĆ”s asĆ me ayudas a entrarlas en casa. ĀæVale? ādijo Eva. El ascensor no era muy grande. Jorge abriĆ³ la puerta a Eva y la vio dejar las bolsas dentro. Ella tenĆa treinta y dos aƱos, y no habĆa perdido ninguna forma en absoluto. Jorge, a pesar de sus veinte y ser mucho mĆ”s joven que ella, no pudo evitar fijarse en su trasero, embutido en unos vaqueros algo gastados, cuando Eva colocaba las bolsas en el suelo. Ella le vio mirarla desde el espejo y se dio prisa en terminar de colocar las bolsas. Se habĆa avergonzado un poco, a pesar de que ella no era nada vergonzosa, pero no le habĆa desagradado ver que un chico mucho mĆ”s joven la mirara. Eva mirĆ³ al joven mientras entraba al ascensor, algo cortado. Nunca se habĆa fijado en Ć©l, pero la situaciĆ³n habĆa hecho que ahora lo hiciera. Y pensĆ³ que no estaba nada mal. PulsĆ³ el botĆ³n que la llevaba al tercero y posĆ³ su vista en el suelo. Llevaba una blusa de cuadros rojos y blancos, y por el rabillo del ojo pudo ver que Jorge le miraba la zona donde empezaban sus pechos, justo en el comienzo del canalillo, que era lo Ćŗnico que podĆa ver. Al sentirse descubierto, desviĆ³ la mirada hacia el techo y se sonrojĆ³. La situaciĆ³n era extraƱa para Eva, y ademĆ”s la hizo sentirse bien. Mientras subĆan en el ascensor pensĆ³ en la relaciĆ³n con Carlos, su marido, que se habĆa convertido en algo rutinario en los Ćŗltimos dos aƱos. PensĆ³ en cuĆ”nto tiempo hacĆa que no tenĆan momentos en la cama, que no la acariciaba como al principio, que no la hacĆa sentir esos maravillosos orgasmosā¦ Se dijo que algo empezaba a faltar en su relaciĆ³n, y empezĆ³ a imaginarse con aquel joven en la cama, tocando sus brazos juveniles, su torso suave. El ascensor llegĆ³ y notĆ³ calor en sus mejillas. Ā”Se estaba ruborizando! Se agachĆ³ a recoger las bolsas, ofreciendo a su acompaƱante de ascensor una visiĆ³n panorĆ”mica de la parte superior de sus pechos, sin darse cuenta. Jorge se apresurĆ³ a coger las bolsas que Eva le dejĆ³ en el suelo de la cabina. SaliĆ³ detrĆ”s de ella y esperĆ³ a que abriera la puerta de su casa. La siguiĆ³ hasta la cocina, donde dejĆ³ las bolsas sobre la encimera, junto a las de ella. -Bueno, pues entonces me voy ya. -Graciasā¦ āempezĆ³ ella. -Jorge, me llamo Jorge. -Y yo Eva ācontestĆ³ ellaā. Gracias por ayudarme con las bolsas. -De nada. Hasta otra. -AdiĆ³s. Cuando Eva cerrĆ³ la puerta del piso, se dejĆ³ caer suavemente contra ella, suspirando. EmpezĆ³ a imaginarse desnudando al joven en la cocina, besando su cuello, acariciando su espaldaā¦ Se obligĆ³ a cambiar sus pensamientos. Estaba casada y no tenĆa intenciĆ³n de pensar en ello, en ese momento. Se sintiĆ³ mal, sucia, aunque en el fondo sabĆa que tener esos pensamientos, si sĆ³lo eran eso, pensamientos, no era tan malo. Si al menos Carlos la tratara como antesā¦no es que no se quisieran, pero el tiempo hace mella en cualquier pareja y Carlos Ćŗltimamente andaba muy distraĆdo por culpa del trabajo y ella se sentĆa en algunas ocasiones āsolaā , por eso siguiĆ³ con su tarea de guardar la compra pero no por ello podĆa dejar de pensar en Jorge. Aquella noche fue como muchas otras. Carlos llegĆ³, como siempre, cansado. Se sentĆ³ en el sofĆ” y pidiĆ³ la cena. Estando sentados a la mesa, ella le observaba, recordando cuando se conocieron. Los primeros aƱos de matrimonio eran una locura; todo era llegar a casa y amarse como locos. Estaban sedientos de caricias y ahora, sin embargo, un beso casto en la mejilla y un leve roce alguna que otra noche. Casi sin preludio, le hacĆa el amor. Ella se sentĆa vacĆa, sin atreverse a decirle que eso no era lo que ella esperaba, que le seguĆa amando, y que querĆa mĆ”s. Necesitaba sentir ese deseo de los primeros aƱos, y, sin querer, volviĆ³ a imaginarse el joven vecino. Al acostarse fue como siempre: media vuelta, oĆr cĆ³mo Carlos se quedaba dormido en apenas unos minutos. Ella dio un leve suspiro y, de nuevo, rondaba Jorge en su cabeza. Casi sin poder evitarlo, dejĆ³ deslizar su mano hasta llegar al tanga. Sus dedos juguetearon sobre Ć©l, sin dejar de pensar en cĆ³mo serĆa hacer el amor con Jorge. Se dejĆ³ llevar por su fantasĆa, cerrĆ³ los ojos e imaginĆ³ que sus dedos eran los del adolescente, que apenas la rozaban por encima. Por un instante se ruborizĆ³, al pensar en ello, pero no dejĆ³ de hacerlo. De esa forma, siguiĆ³ jugando con sus dedos, enterrĆ”ndolos por dentro del tanga, dejando escapar entre sus labios ligeros gemidos que ahogĆ³ con la almohada. Minutos despuĆ©s llegĆ³ al orgasmo, sin apenas moverse, despuĆ©s de sentir su corazĆ³n acelerarse con la excitaciĆ³n. EscuchĆ³ a su marido durmiendo plĆ”cidamente. Al dĆa siguiente, de nuevo las prisas de la maƱana, llegar al trabajo y la rutina de siempre. Al llegar a casa, recibiĆ³ una llamada telefĆ³nica de Carlos. -No irĆ© a cenar, tengo trabajo atrasado ādijo Ć©l. āBuenoā, pensĆ³ ella, āotra noche sin cenaā. Cuando Carlos no iba a cenar, ella apenas probaba bocado. No se sentĆa con ganas de ensuciar la cocina. Se dio una ducha, se enfundĆ³ en un albornoz y recogiĆ³ con un moƱo su pelo rubio. Se sentĆ³ frente al televisor con un bocata frĆo. Entonces llamaron a la puerta. Se acercĆ³ y la abriĆ³. CuĆ”l fue su sorpresa al ver a Jorge sonriendo. -Ā”Vaya! Lo siento. ĀæLlego en mal momento? āla mirĆ³ de arriba abajo sin pudor alguno, y Eva, de una manera impulsiva, cerrĆ³ el escote en el que se adivinaba un profundo canalillo. -No, perdona. Acabo de llegar y estaba cenando ācontestĆ³ Eva. -VerĆ”s, hoy hay reuniĆ³n de vecinos, es en media hora. -Cierto, quĆ© despiste. Gracias, en unos minutos me visto y bajo. Se miraron, se sonrieron y poco mĆ”s. Ella cerrĆ³ la puerta. SintiĆ³ que tenĆa las mejillas ardiendo, recordando cĆ³mo la habĆa mirado aquel chico. Se preguntĆ³ cĆ³mo era posible que hubiera olvidado la reuniĆ³n, asĆ que no perdiĆ³ mĆ”s tiempo y se dispuso a arreglarse un poco. La reuniĆ³n fue tan aburrida como de costumbre. Que si las luces de la escalera, que si el vado para el garaje, que si el seƱor de la limpieza, que si los atrasosā¦ QuizĆ”s por eso se perdiĆ³ en sus pensamientos, oyendo el parloteo del resto de vecinos. Jorge estaba de pie, frente a ella, mirĆ”ndola con descaro y sonriĆ©ndole de vez en cuando. -En seguida entro ādijo Eva de prontoā. Voy a fumarme un cigarrillo. ConsiderĆ³ que asĆ se apartarĆa un poco de aquel ambiente que empezaba a parecerle opresivo. No contĆ³ que Jorge la seguirĆa. -Hola Eva. -Hola Jorge. -Son un rollo estas reuniones, Āæno? ādijo Ć©l, como tratando de romper un poco el hielo. Apoyaron cada uno la espalda a un lado de la puerta. āLa verdad es que sĆ, pero hay que hacerlas. Son necesarias para la buena convivencia del vecindario, Āæno crees? āClaro ācontestĆ³ Ć©l sin dejar de mirarla con esos ojos penetrantes que tanto la turbaban. Ella decidiĆ³ llamarle la atenciĆ³n, no podĆa ser que aquello escapara asĆ de su control. -Oye, Āæpor quĆ© me miras siempre asĆ? -ĀæAsĆ cĆ³mo? āpreguntĆ³ Jorge, algo nervioso. -AsĆ, con tanto descaro. ĀæNo sabes que puedes molestar a alguien? -ĀæTe he molestado? -No, noā¦ ācontestĆ³ ellaā. Pero podrĆas molestar a alguien y podrĆan llamarte la atenciĆ³n yā¦ -EstĆ”s muy buena ādijo Ć©l de sopetĆ³n. -Ā”ĀæQuĆ©?! āesa sĆ que era buena. āEste chico es un descaradoā, pensĆ³ā. Ā”ĀæPero quĆ© te hasā¦?! -Perdona, lo siento āse apresurĆ³ a decir Jorgeā, pero te digo lo que pienso. Y lamento si te estoy ofendiendo. El adolescente, que a ella le parecĆa que de adolescente no tenĆa tanto, se metiĆ³ en la escalera. Cuando Eva entrĆ³ ya no estaba. Seguramente habĆa subido a su casa. A ella le hizo mucha gracia, y la animĆ³. Que un jovencito al que doblaba en edad le dijera que āestaba buenaā, la llenaba de gozo. Eso querĆa decir que aĆŗn estaba bien a ojos del mundo. Se sintiĆ³ muy orgullosa, y pensĆ³ en quĆ© pasarĆa si Jorge se atrevĆaā¦, si ella se atrevĆa. VolviĆ³ a turbarse, y su cara a enrojecer de inmediato. Se llevĆ³ una mano a la mejilla. La vecina del primero se acercĆ³ a ella. -ĀæTe encuentras bien, hija? -Oh, noā¦, quiero decir sĆā¦, ehā¦ Ha sido un dĆa un poco duro para mĆ āatinĆ³ a contestarā. Creo que subirĆ© a tomarme algo, no me encuentro demasiado bien. LlamĆ³ al ascensor y se dio cuenta de que los vecinos la miraban, a pesar de haber continuado con la reuniĆ³n. Mientras el ascensor bajaba, no podĆa dejar de pensar en Jorge. āTampoco es tan adolescente, debe tener como veinte aƱosā. El ascensor llegĆ³, y sin darse cuenta, o siguiendo quizĆ” algo marcado por su subconsciente, pulsĆ³ el botĆ³n del quinto, en lugar del cuarto, que era su piso. Al llegar al quinto se lo pensĆ³ mejor, y bajĆ³ andando el Ćŗnico piso que le separaba de su casa. Pero al llegar a su rellano, se encontrĆ³ a Jorge en la puerta de su casa. -ĀæQuĆ© haces aquĆ? āpreguntĆ³ ella sin siquiera mirarle a los ojos. -Solo comentarte lo que antes te dije, que no era mi intenciĆ³n que te enfadaras. -Ā”No sĆ© a quĆ© te refieres! āestaba mintiendo, por eso siguiĆ³ abriendo la puerta sin mirarle a la cara. āY ahora, ĀæquiĆ©n estĆ” siendo descaradamente mentirosa? āle dijo Jorge, no sin dejar de sonreĆr. Eva se dio la vuelta en el umbral de su puerta y le mirĆ³ a los ojos. Quiso preguntarle que quĆ© se creĆa; quiso decirle que era un mocoso y que no se pensara que podrĆa amedrentarla con su descaro, peroā¦ -ĀæQuieres un batido? āle preguntĆ³, por el contrario, y con un tono de picardĆa. -Si tĆŗ me lo preparas, me lo tomarĆ©. Mientras Eva caminaba hacia la cocina, y regresĆ³ despuĆ©s con unos refrescos, sonĆ³ el telĆ©fono. Jorge bebĆa del refresco observando la expresiĆ³n de ella, que por unos segundos pudo ver un rictus de tristeza. Ella contestaba con monosĆlabos. Al colgar el telĆ©fono, Ć©l le preguntĆ³: -ĀæTodo bien? āĀ”Oh, sĆ, claro!. Era mi marido, que con su dichoso trabajo al final no ha podido cambiarse la guardia. Ćl la miro pensando āĀ”Guardia!ā, a lo que ella al instante le dijo: -Es mĆ©dico, y esta semana le toca guardia. Hace dĆas que apenas nos vemos, pero le ha sido imposible encontrar a alguien que le reemplace. Esta vez la mirĆ³ con mĆ”s descaro que antes. Eva llevaba una falda y una blusa de botones, en la que se podĆa apreciar ese canalillo con el que Ć©l habĆa soƱado en mĆ”s de una ocasiĆ³n, y esta vez la tenĆa enfrente y estaban solos. Por unos instantes, Eva parecĆa saber lo que Ć©l pensaba y le vio sonrojarse. Sin darse cuenta, jugueteĆ³ con sus dedos en la abertura de su blusa, mientras bebĆa. Estaba algo desconcertada por las sensaciones que sentĆa y que, de alguna forma, le traĆa recuerdos no muy lejanos, de cuando estaba cerca de Carlos; cuando aĆŗn eran novios. -ĀæHas sido infiel a tu marido alguna vez? āse atreviĆ³ a preguntarle Jorge, a la vez que se sentaba a su lado, en el sofĆ”. Eva le miro a la cara y, con una risa, le contestĆ³: -Pero, ĀæquĆ© pregunta es esa? āse levantĆ³ de un brinco. Cuanto mĆ”s cerca lo tenĆa, mĆ”s lo deseaba. Le asustaba; ese descaro le gustaba por mucho que se hiciera la ofendida. -ĀæNo has estado nunca con un hombre mĆ”s joven? O, Āæes que te da miedo probarlo? āJorge se levantĆ³ y se puso detrĆ”s de ella, muy cerca de su oĆdo; casi susurrĆ”ndole. Al darse la vuelta, se encontrĆ³ con Jorge apenas a unos centĆmetros de su cuerpo. Casi podĆa sentir sus latidos. Ella dio unos pasos hacia atrĆ”s y Jorge se iba acercando poco a poco. Ella chocĆ³ con la pared. No querĆa demostrarle cuĆ”nto la turbaba tenerle tan cerca, y alzĆ³ la cara para contestarle, pero no tuvo tiempo. Jorge la agarrĆ³ por la cintura, apretĆ”ndola contra su cuerpo y besĆ”ndola. SintiĆ³ como le mordĆa los labios y ella, entre gemidos, quiso rechazarlo. Pero Ć©l era mĆ”s fuerte. Jorge la apretĆ³ aĆŗn mĆ”s contra su cuerpo, sin dejar de besarla, hasta que ella dejĆ³ de luchar y se rindiĆ³ al deseo de ambos. Se besaron buscĆ”ndose, contra la pared, como si fuera lo que hubieran anhelado toda la vida. GemĆan, sus lenguas luchaban frenĆ©ticamente dentro de sus bocas. Las manos de ella acariciaban las mejillas de Jorge, mientras duraba el besa, mientras las de Ć©l se habĆan metido dentro de los pantalones de ella, apretando sus nalgas suaves, tersas, temblorosas. Las manos de Eva desabrocharon la camisa de Jorge, rĆ”pidamente, y comenzĆ³ a empujarle contra el sofĆ”. SintiĆ³ un bulto contra su estĆ³mago y un cosquilleo de excitaciĆ³n en su interior. Las manos de Jorge seguĆan manoseando sus nalgas, buscando la abertura que las separaba. Al final tuvo que retirar las manos para poder quitarse la camisa. Eva vio un torso joven frente a ella, y no pudo resistirse. Se abalanzĆ³ contra aquellos pezones varoniles, a lamerlos y morderlos, desenfrenada. Jorge le quitaba la blusa a Eva como podĆa. Luego tratĆ³ de desabrochar su sostĆ©n. Se dio por vencido y se lo quitĆ³ a la fuerza, sacĆ”ndoselo por encima de los brazos, como si fuera un jersey, y ante Ć©l se irguieron dos pechos que le parecieron perfectos, con unos pezones endurecidos, englobados en dos enormes y sonrosadas aureolas. Esta vez fue Ć©l quien se lanzĆ³ a por ellos, atrapĆ”ndolos entre sus dientes, llenĆ”ndolos de saliva. Eva emitiĆ³ el primer gemido ahogado de la noche. Jorge tuvo que dejar de palpar y chupar aquellos pechos que cubrĆa de besos, porque Eva se lanzĆ³ de golpe hacia sus pantalones. ConsiguiĆ³ bajĆ”rselos hasta las rodillas, obligando al joven a permanecer sentado en el sofĆ”. Luego, sin mĆ”s preĆ”mbulos, bajĆ³ sus boxer, para observar ese falo de carne, erguido ante ella, palpitante, duro, calienteā¦ Lo mirĆ³ con mĆ”s deseo del que creĆa recordar, y despacio acercĆ³ su boca con una sonrisa. Mientras no dejaba de mirarle a los ojos, querĆa ver en ellos el mismo deseo que ella sentĆa al tener en su boca su pene que palpitaba como un corazĆ³n pero de placer. Jorge echo la cara hacia atrĆ”s sin poder reprimir unos gemidos de gozo mientras Eva no dejaba de lamer y chupar y con la mano iba masajeĆ”ndolo al tiempo, cuando comprendiĆ³ que lo tenĆa rendido , se irguiĆ³ y subiĆ©ndose la falda con suma sensualidad sin dejar de observar a Jorge se sentĆ³ a horcajadas encima de Ć©l y sin quitarse el tanga, solo apartĆ”ndolo con los dedos, se fue introduciendo poco a poco el pene, acerco sus labios a los de Ć©l y mientras lo besaba sentĆa como gemĆa, las manos de Jorge no dejaban de acariciar y pellizcar los senos de ella . Eva empezĆ³ a galopar con mĆ”s fuerza y a mover las caderas, con las manos acerco la cabeza de Jorge a sus senos, se apoyĆ³ a sus rodillas echĆ”ndose hacia atrĆ”s, y asĆ poder sentirlo mĆ”s adentro, en unos minutos ambos no pudieron aguantar tanta excitaciĆ³n llegando al clĆmax casi al unĆsono en un alarido de placer. Se quedaron asĆ por unos minutos, sin moverse, ella apoyada en su hombro, Ć©l le acariciaba el pelo, fue cuando Eva sintiĆ³ como si despertara de un sueƱo y de una manera precipitada se levantĆ³ sin mirarle y se dirigiĆ³ al baƱo, al entrar se mirĆ³ al espejo, se sentĆa mĆ”s confundida que nunca. -Ā”Dios mĆo y ahora quĆ©! .- Se dijo en voz alta, tenĆa el corazĆ³n nuevamente acelerado, pero esta vez no era de excitaciĆ³n, era de nervios no sabĆa cĆ³mo salir del baƱo y mirarle a la cara . -Eva , Āæte encuentras bien?.- llamĆ³ a la puerta del baƱo Jorge - SĆ, sĆ....Enseguida salgo .- Se recogiĆ³ el pelo con una pinza y se enfundĆ³ el albornoz, cuando saliĆ³ tenĆa enfrente a Jorge que le sonreĆa, ella estaba sin poderse mover contra la puerta que habĆa cerrado tras de sĆ, sin saber quĆ© decirle. TenĆa las mejillas ardiendo, apenas se atrevĆa a mirarle a los ojos, Ć©l le acerco la mano a la barbilla, diciĆ©ndole: -SerĆ” mejor que me vaya, es tarde y querrĆ”s descansar, hablaremos!.- y la besĆ³ en la mejilla, dejĆ”ndola asĆ sin moverse en la puerta del baƱo. La puerta se cerrĆ³, Eva siguiĆ³ sin moverse, ahora no querĆa pensar, se metiĆ³ en la ducha como una autĆ³mata y se acostĆ³, pero no sin dejar de ver pasar las imĆ”genes que unos minutos antes habĆa vivido con Jorge. Al dĆa siguiente, mientras estaba cenando con su marido le observaba de reojo, sin dejar de pensar en la locura que habĆa cometido la noche anterior, pero que insensata!, aun asĆ, no podĆa evitar recordar a Jorge y su forma de hacer el amor, le habĆa recordado a Carlos , pero ella seguĆa amando a su marido y su tentaciĆ³n a pocos metros de ella, mientras estaba medio ausente con sus pensamientos y de fondo se oĆan las noticias en la televisiĆ³n Carlos la miro y le dijo: - Ā”Tenemos que hablar! Es algo que nos ataƱe a ambos y hace tiempo que le doy vueltas. Eva notĆ³ como sus mejillas subĆan de tono y que su corazĆ³n se iba acelerando, Āæacaso Carlos sospechaba algo?, si era asĆ, debĆa ser fuerte y decirle la verdad y terminar con ese remordimiento que la tenĆa angustiada. -VerĆ”s, he recibido una oferta de trabajo que, en realidad, hace unos dĆas que le estoy dando vueltas. No quise decirte nada al respecto hasta estar seguro de que valdrĆa la pena. Es un traslado a otra ciudad, pero pienso que nos vendrĆ” bien y ademĆ”s, tendrĆ© mĆ”s tiempo para dedicarte, ĀæQuĆ© te parece?.- Eva, mientras le escuchaba, sintiĆ³ una sensaciĆ³n entre alivio, era como si el destino le quisiera brindar de nuevo la posibilidad de empezar de nuevo. Aquella noche Carlos no se durmiĆ³ como solĆa hacer casi al instante, la besĆ³, la acariciĆ³ y la poseyĆ³ de una forma tan intensa como hacĆa tiempo no ocurrĆa. Sentada en el coche lleno de paquetes y maletas con destino a su nuevo hogar, miroĆ³ hacia atrĆ”s, creyĆ³ ver detrĆ”s de unas cortinas una figura masculina, era su tentaciĆ³n al que nunca olvidarĆa.
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Psicóloga · Sexóloga · Terapeuta de Pareja
Irene GutiƩrrez Coranti
Administrador
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