Una brisa entró por la ventana y el suave roce de las cortinas me despertó de mi sueño. Estaba en mi cama, desnuda y sola, tumbada boca abajo. Observé mi cuerpo reflejado en el gran espejo de la habitación, mi contorno desnudo sobre las sábanas blancas, desperezándome en el amanecer.
Aquella brisa